Lo cierto es que la persona que registró la manifestación es cercana a Muslim Interaktiv, un grupo de ‘influencers’ islamistas calificado como extremista e investigado desde hace tres semanas por la Oficina de Protección de la Constitución (BfV), la inteligencia interior alemana. Bajo el lema “la gota de sangre de un musulmán vale más que la Kaaba” —un hadiz del poeta persa del siglo IX Ibn Majah—, la agrupación con sede en Hamburgo es considerada tapadera del Hizb ut-Tahrir (Partido de la Liberación), un partido prohibido desde 2003. La policía ya allanó el pasado noviembre dos pisos relacionados con dos de sus miembros.
Allí, en las calles de Sankt Georg, estaba el sábado Raheem Boateng, el líder de 25 años de Muslim Interaktiv, descrito por el Morgenpost como “la gran estrella del pop islamista”. En redes sociales, Boateng aparece combinando túnicas con sudaderas e instando a un público masculino y joven a luchar por el califato en Europa junto a su
movimiento sunní, contrario a otras ramas del Islam —chiísmo o alevismo— del mismo modo que se opone al cristianismo. Alguna de las tácticas de Muslim Interaktiv para captar seguidores ha sido reclamar al futbolista Antonio Rüdiger como uno de los suyos.
Paralelamente, el sábado se reunió en Hamburgo un bloque femenino encabezado por niqabs y carritos de bebé. Los organizadores habían convocado la manifestación con el lema: “¡No obedezcáis a los mentirosos!”, en denuncia de la cobertura islamofóbica que, a ojos de los manifestantes, el periodismo alemán hace del mundo musulmán, sobre todo en el contexto de la guerra en Gaza. Aunque la policía de Hamburgo sopesó detener la marcha, las autoridades han declarado que se rechazó la idea por contradecir la libertad de expresión.